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El Espectador: La OEA y la paz en Colombia: las conclusiones de la visita de Luis Almagro

Elizabeth Taylor Jay, viceministra de Asuntos Multilaterales, y Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), se sentaron al lado en la Biblioteca de los Fundadores del colegio Gimnasio Moderno, en Bogotá. Los motivos fueron dos, además de la visita del líder del foro regional a la capital: los veinte años de la presencia ininterrumpida de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de los Estados Americanos (MAPP / OEA) en Colombia y los 76 años de la formación de la organización, tras la firma del Pacto de Bogotá. Almagro, abogado uruguayo que está a la cabeza de la OEA desde el 2015, llegó al recinto tras tener un encuentro con el presidente Gustavo Petro, con quien, según los mensajes publicados en sus redes sociales, dialogó sobre la paz total, el trabajo de la misión de la MAPP / OEA y los desafíos que hay por delante, entre otras cuestionas más, como el apoyo recíproco a las políticas de drogas.

 

“La Organización de los Estados Americanos es una de las más antiguas del mundo. Probablemente, los síntomas de paz que iniciamos en nuestra región tienen que ver con el trabajo que se ha hecho desde aquí y con que prácticamente sea el único continente con el mapa no modificado en al menos dos siglos”, dijo Almagro dentro del recinto escolar, que, en abril de 1948, con la Novena Conferencia Panamericana, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el estallido del Bogotazo de fondo, acogió a las 21 delegaciones del continente que estaban sesionando en el Capitolio y las instauró en sus aulas de clase. Allí se reanudaron las sesiones deliberativas y tomó lugar el nacimiento de la carta fundacional de la OEA. El estadounidense George Marshall, el venezolano Rómulo Betancourt, el dominicano Joaquín Balaguer y el mexicano Jaime Torres Bodet fueron algunos de los presentes.


Con esa historia de fondo, en su intervención del lunes, Almagro indicó que la paz necesita liderazgo y microgerenciamiento, “defender cada derecho en cada comunidad, en cada pueblo, en cada persona, porque la paz se sostiene desde los derechos más básicos de cada una de ellas”. Allí destacó los veinte años de trabajo de la MAPP/OEA, que, en noviembre del año pasado, presentó su último reporte ante el Consejo Permanente de la organización. Allí, frente a las negociaciones, los acercamientos y las conversaciones con los grupos armados ilegales, la misión hizo recomendaciones relacionadas con el desminado humanitario, la desvinculación de menores del conflicto, el cese al fuego, la seguridad jurídica para las víctimas y victimarios, los parámetros de judicialización y condiciones de sometimiento, y el desmantelamiento de las distintas agrupaciones.

 

De igual manera, en un pronunciamiento posterior, hizo un llamado a todos los grupos armados a establecer ceses al fuego, de operaciones ofensivas o treguas, pues eso “ratificaría su voluntad de sumarse sinceramente a los esfuerzos en la búsqueda de la paz completa para el país”. Hace poco reiteró la necesidad de finalizar definitivamente todas las formas de afectación a la sociedad civil, protegiendo a las víctimas del conflicto armado, tanto aquellas que reclaman justicia, verdad y reparación desde hace décadas, como las actuales.

 

Taylor Jay, en unas declaraciones a El Espectador, hizo énfasis en que el respaldo de la comunidad internacional y del sistema interamericano ha sido fundamental para la consolidación de la paz en Colombia, y prueba de ello, según ella, no solo son las labores que se vienen gestando desde hace dos décadas, sino también el hecho de que la hoja de ruta de la protección a los derechos humanos y a la democracia se firmó en Bogotá hace 76 años, en plena crisis: “El apoyo no es solo de la OEA, sino de la cooperación internacional, con países europeos y otros más de distintos ángulos del planeta, que han confiado en la apuesta de la paz total. Con ella se busca complementar lo que se ha hecho con el Acuerdo de Paz, tratando de resolver otras dificultades que tenemos en el país, para así transitar hacia esa anhelada paz”. Este apoyo del sistema interamericano, mencionó la viceministra, le da legitimidad a esos esfuerzos.

 

Durante su intervención en el Gimnasio Moderno, la funcionaria mencionó que la Carta de la OEA tiene vigencia en momentos difíciles a nivel global, cuando se está viendo que las tensiones y manifestaciones de violencia, como la violación a los derechos humanos de la población civil, están poniendo en riesgo la paz y la estabilidad internacional: “Los países del hemisferio debemos sentirnos orgullosos de nuestra carta y de lo construido desde su adopción, sin desconocer que aún existe un camino de reformas y modernización que recorrer, para atender los desafíos globales que nos afectan. Nuestro continente ha tenido momentos difíciles, pero América es uno de los más respetuosos del derecho internacional”. Reconoció, sin embargo, que la región no ha estado exenta de conflictos, que se han tratado de resolver por vías pacíficas.

 

De hecho, en los últimos días, la OEA tuvo que hacerle frente a la crisis diplomática que estalló entre México y Ecuador, tras la incursión de la Policía de Quito al recinto diplomático mexicano, que levantó la condena internacional por la violación al derecho internacional, a la soberanía y al derecho al asilo. El Consejo Permanente de la organización anunció una moción de condena a Ecuador, con la aprobación de 29 países miembros. Cuando El Espectador le preguntó a la viceministra sobre este hecho, ella se limitó a decir que se están buscando soluciones pacíficas, “porque esta es una región de paz, como lo hemos declarado todos los países”, y que la Celac ha llevado a cabo algunos esfuerzos para hacerle frente al tema. Uno de ellos, por ejemplo, tuvo lugar el martes en la mañana, con la idea de debatir posibles sanciones al país andino.

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